El diagnóstico de un cáncer, casi siempre, es una experiencia traumática. Y tanto la salud física como la emocional se ven comprometidas. Un estresor tan traumático puede dar lugar a la aparición de otros trastornos mentales como Trastorno por Estrés Agudo, Trastornos de Adaptación o Trastorno por Estrés Postraumático pudiendo presentar comorbilidad con Depresión y Ansiedad.
Uno de los abordajes terapéuticos eficaces que utilizamos en consulta para trabajar los síntomas asociados al cáncer, es EMDR. Los resultados además, suelen ser visibles en pocas sesiones y ayuda a trabajar, entre otros temas, el sentimiento de culpa o el miedo a la recaída y síntomas como la ansiedad, tristeza, irritabilidad, pensamientos intrusivos… El terapeuta formado y cualificado en EMDR te acompaña y ayuda a reprocesar y rebajar significativamente todos éstos síntomas durante todo el proceso de la enfermedad: diagnóstico, tratamiento (con o sin intervención quirúrgica, administración farmacológica…), curación y recaída.
El trauma es una herida psicológica que se presenta por diferentes eventos en la vida de las personas. Distinguimos, en EMDR, dos tipos de trauma. Con “T” y con “t”. Con “T” serían aquellas experiencias en las que la vida de las personas se ha visto comprometida como por ejemplo un desastre natural, un atentando, accidentes, violaciones… El trauma con t minúscula “t” (relacional) es cuando se produce de manera continuada especialmente durante la infancia. Son situaciones de maltrato físico y psicológico por acción u omisión como los abusos sexuales, humillaciones, maltrato, acoso escolar, desprotección, falta de atención y cuidados…
¿Y qué es EMDR? EMDR –cuyas siglas en español significan Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares y que procede de sus acrónimos inglesas (Eye Movement Desensibilization and Reprocessing), es un abordaje psicoterapéutico avalado por la Organización Mundial de la Salud que trabaja el tratamiento del trauma. En 1987, Francine Shapiro[1], psicóloga norteamericana, descubrió que los movimientos oculares voluntarios reducían la intensidad de la angustia de los pensamientos negativos. Inició una investigación (Shapiro, 1989) con sujetos traumatizados en la guerra de Vietnam y víctimas de abuso sexual para medir la eficacia del EMDR. EMDR reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por Estrés Post Traumático en estos sujetos.
Pero no sólo sirve para el estrés postraumático sino que es muy útil para aliviar la angustia, ataques de ansiedad y pánico, fobias, miedos irracionales, depresión, muertes traumáticas, accidentes, desastres naturales, incidentes traumáticos durante la infancia, miedo a hablar en público, trastorno bipolar, adicciones, duelos, pérdidas, mejora en el rendimiento del trabajo, deportes, interpretaciones artísticas y cualquier dificultad emocional que se presente en la vida.
EMDR trabaja sobre el propio sistema de procesamiento del sujeto y que por diferentes motivos de la historia del paciente se bloquean y aparecen síntomas como: angustia, tristeza, ansiedad, baja autoestima, dolor, creencias irracionales (“no valgo para nada”, “nunca me voy a recuperar”…). El objetivo es que el paciente procese la información sobre el foco elegido para que sea adaptativo. No se trata de olvidar sino de reprocesar el incidente. En palabras de la propia Francine Shapiro[2] significa:
- a) una reducción de los síntomas.
- b) un cambio en las creencias.
- c) la posibilidad de funcionar mejor en la vida cotidiana.
EMDR aplica unos protocolos que abarcan el reprocesamientos de episodios ya pasados, posibles comportamientos del futuro y los estímulos del momento presente.
Por ejemplo, para trabajar la sintomatología postraumática “T” usamos el protocolo estándar de ocho fases, de forma resumida, consiste en:
- Fase 1. Conceptualización del caso. En ésta fase se recogen los datos del paciente (historia clínica) y se explora su relación con figura/s de apego, recuerdos, momentos negativos y positivos (línea de vida), aparición de los síntomas… Cuando el motivo de consulta no sea un trauma “T”, se empezará con su pasado. En esta fase, se escogen las dianas a trabajar.
- Fase 2. Preparación del paciente. Verificar si se puede trabajar con el paciente (recursos: apoyo social, si toma medicación…). Decidimos qué tipo de estimulación bilateral vamos a utilizar, chequeamos expectativas del paciente, se explica en qué consiste durante y después (malestar subjetivo si se presentan nuevas asociaciones por ejemplo). Exploramos formas de autorregulación del paciente (se le pueden presentar estrategias como prácticas Mindfulness), enseñamos un recurso muy utilizado en EMDR que es el “lugar seguro” (imaginario o real) que puede ser sustituido por una cualidad positiva si el paciente carece de este lugar.
- Fase 3. Es la fase de medición. Descomponemos el recuerdo en imagen, cogniciones, emociones y sensaciones físicas (ICES). Por ejemplo, “cuando me dieron el diagnóstico, sólo pensaba en mis hijos y que me iba a morir”. La imagen peor de éste recuerdo es “la cara de mi marido cuando escuchó al médico”. El pensamiento negativo es “me voy a morir” y el positivo que le gustaría tener “habrá un tratamiento para mí y sobreviviré”. La emoción está entre la tristeza y la rabia y la sensación física, presión en el pecho, taquicardia. Medimos la validez de la cognición positiva (VOC) y el grado de perturbación que siente al pensar en esa imagen (SUD).
- Fase 4. Reprocesamiento con estimulación bilateral. Tapping que consiste en golpecitos alternos en las manos o en los hombros, movimientos oculares o tonos auditivos. De ésta forma se facilita la conexión entre ambos hemisferios cerebrales para aliviar la carga emocional y el procesamiento de la información. Se realizan tandas de estimulación. Se empieza pidiendo al paciente que traiga la imagen y las palabras y nos informe en qué parte del cuerpo siente la estimulación. Se irán estableciendo nuevas conexiones y asociaciones así como un cambio en las sensaciones, pensamientos y emociones. Se chequean las puntuaciones del VOC y SUD para pasar a la siguiente fase.
- Fase 5. Verificación del VOC e integración a través de una tanda de estimulación bilateral de los efectos positivos.
- Fase 6. Escáner corporal. Comprobar si hay tensión, perturbación o sensaciones negativas.
- Fase 7. Comunicar al paciente que es posible que siga habiendo reprocesamiento tanto el día de la sesión como en los días siguientes.
- Fase 8. Se hace una reevaluación para comprobar si existe alguna perturbación.
Lo importante es consensuar y elegir lo que el paciente quiere trabajar (ansiedad, impacto del diagnóstico, tristeza, miedo a la recaída, próxima revisión, intervención quirúrgica, relación con el cuerpo, sexualidad…) y que se haga siempre con un terapeuta cualificado.
EMDR puede utilizarse dentro de una terapia clásica, como complementaria, o como un tratamiento en sí. En las primeras sesiones y en función de las necesidades, se decidirá con el paciente qué es lo más adecuado.
Para finalizar, a pesar del impacto del diagnóstico, no todos los cánceres tienen las mismas tasas de supervivencia ni la salud, ni la edad, ni las circunstancias son iguales en todas las personas, ni todos reaccionan de la misma forma. Es importante comprender el pronóstico y las probabilidades de curación con el fin de elaborar un plan de tratamiento junto con tu médico sin descuidar, nunca, tu salud emocional. EMDR es sólo una de las herramientas de las que disponemos para acompañarte en este proceso, pero hay muchas más.
Yolanda García Blázquez.
Colegiada M-25031.
Anagnor Psicólogos, S.L.P.
[1] Website Asociación EMDR España. Recuperado el 25 de Febrero de 2018. Disponible en:
http://emdr-es.org/que-es-emdr/
[2] Website Asociación EMDR España. Recuperado el 25 de Febrero de 2018. Disponible en:
http://emdr-es.org/que-es-emdr/